La empatía se define como la capacidad de escuchar y comprender los valores, intereses y emociones de los demás y responder a ellos.
Contrario a lo que se suele decir, la empatía no es ponerse en el lugar del otro, es cada uno en su lugar, y comprender sus características.
Las conductas empáticas suponen fundamentalmente comprender los puntos fuertes y limitaciones de los demás, conocer lo que les motiva y desagrada, percibir e interpretar adecuadamente la comunicación no verbal y el tono emocional de los demás.
Por ello, las pautas para ofrecer una respuesta empática son:
- Primero se debe reformular lo indicado por el otro, esto va acompañado con «entiendo, comprendo, ya veo…», que manifieste que entendemos la situación.
- Segundo se da nuestra opinión, junto a «sin embargo, yo creo, yo pienso…», aquí es bueno no caer en el «pero», ya que tiene una connotación negativa que puede destruir la confianza conseguida en el anterior apartado.
- Por último, hay que aportar una solución que nos involucre a ambos, acompañándolo de un «por lo tanto…».
La empatía va a ser efectiva cuando se consigue reconocer las emociones de los otros, imaginar cómo se puede sentir, transmitir nuestra percepción, buscar confirmación de lo que siente el otro, respetar el esfuerzo que le supone al otro la situación, y ofrecerle apoyo.